Es
una enfermedad inflamatoria crónica de la unidad pilosebácea/ folículo piloso(poro) que se caracteriza
por la formación de comedones, pápulas eritematosas, pústulas, nódulos, quistes
y/o cicatrices.
Es una enfermedad multicausal, existe aumento
de la secreción sebácea y un engrosamiento de la capa externa de la piel
(hiperqueratosis ductal), estos factores producen una obstrucción de los
folículos sebáceos y originan los comedones abiertos y cerrados.
El acné no es un proceso infeccioso, pero sí
existe colonización de bacterias (Propionibacterium acnés), que condiciona la
aparición de la inflamación. Existen además otros factores que pueden agravar
el acné, como son la menstruación, la aplicación tópica de productos muy grasos
o la exposición al cloro.
En cambio, la dieta (chocolate, etc.) y el estrés
emocional no han mostrado evidencias de influir sobre el acné.
Existen
tratamientos para el acné que pueden emplearse solos o en combinación para
potencializar el resultado, cada uno de ellos debe de ser indicado previa
valoración con un especialista (Cosmetóloga, Dermatólogo(a)).
- Limpiezas faciales. La limpieza profunda
ayuda a mantener la piel limpia y sana. Durante los tratamientos faciales
estamos limpiando, exfoliando, activando la circulación y nutriendo la piel.
- Peelings. Se trata de producir exfoliación o
abrasión de capas superficiales, medias o profundas de la piel y esperar a que
la propia piel regenere estas capas. En determinadas ocasiones las
exfoliaciones se pueden realizar de forma mecánica para mayor efectividad
(microdermoabrasión).
- Medicamentos locales/tópicos que secan la piel
y promueven el crecimiento de la piel regenerada. Estos productos suelen
contener peróxido benzoico, sulfuro, resorcinol, ácido retinoico (retin A) o
ácido salicílico.
Cuando
el acné viene acompañado de infección es necesario que el médico prescriba
antibióticos como la clindamicina y la eritromicina con el fin de controlarla y
para que ésta no se extienda.
Las
exposiciones al sol pueden parecer que en un principio mejoran el problema pero
en muchos casos sólo generan un efecto rebote que lo único que consigue es
empeorar las lesiones y dificultar su curación.
El
acné representa actualmente una de las patologías dermatológicas más
frecuentes. Afecta en torno al 80% de los adolescentes, con un pico máximo de
incidencia entre los 14 y 17 años en las mujeres y entre los 16 y 19 años entre
los varones, en relación con el inicio de la pubertad.